Primero que todo vamos a definir la palabra doma que viene del latín domus, que significa “casa”. Domar tiene un sinónimo que es domesticar, por tanto, es transformar un caballo salvaje a uno domesticado.
En el proceso de doma existen tres elementos que interactúan, primero, se crea una relación con el caballo que se muestra confiado y quiere cooperar, segundo, lo que se enseña debe tener respuestas concretas a las señales que se le suministran, y tercero, hay que fortalecer al caballo para que, fácilmente, pueda con nuestro peso.
Para realizar una doma exitosa debemos tener en cuenta lo siguiente:
- La vida social se enfoca en “juntos contra el enemigo”.
- Las yeguas maduras son las líderes y entre ellas se coordinan. Los potros son los que necesitan liderazgo y guía.
- Los sementales, protegen, unen y vigilan su manada.
- Los caballos maduros les enseñan a los jóvenes normas de convivencia, y lo hacen rechazando su compañía.
- Para mantener estable la supervivencia y la buena cría es indispensable la unión, sobretodo en momentos de huida.
- Jugando entre ellos, practican la comunicación y coordinación.
- El lenguaje corporal su principal medio de comunicación.
- Cuando hay agresión mejor se alejan, nunca muestran sumisión.
- No compiten por la comida o el espacio, por tanto, tampoco por el mando.
- Evitan las peleas, siempre quieren paz.
“Si nos mostramos confiados, calmados y siempre sabios de lo que hay que hacer, quieren estar con nosotros y seguirnos” (Rees, L. 2010)
Por tanto, al iniciar con la doma debemos ofrecer nuestra compañía, porque sabemos que, ante alguien extraño, huyen. Así, entonces, al empezar a crear esa relación con el caballo, debemos fijarnos en nuestro lenguaje corporal que siempre esté relajado, tranquilo y dispuesto, de esta manera, se irán familiarizando con nuestra presencia. Y estaremos dispuestos a dar el siguiente paso y es enseñarle.
Escrito por:
Katherin Acosta
Fuente
Rees, L. (2010) La lógica del caballo. Grupo Lettera.