En esta ocasión consultamos a Sally Swift sobre las fuerzas de la energía en el desarrollo de una equitación centrada. Ella nos cuenta que se hace necesario equilibrar nuestra energía con el caballo para que seamos uno a la hora de cabalgar.
Dentro de este contexto, ella hace referencia a la práctica tai chi con la cual se aumenta el conocimiento de su cuerpo, de sí mismo, y de su conexión con el universo circundante. Por lo tanto, a la hora de montar un caballo estamos sometidos a una serie de movimientos que si no estamos en sincronía se verán estropeados y no será una buena experiencia.
Lo que sucede cuando estamos sobre el caballo es que él recibe energía proveniente del suelo, sube a través de sus piernas, llega al centro y a su dorso; y nosotros debemos estar dispuestos, equilibrados y bajo control para dejar que dicha energía discurra a través de los dos, hacia arriba y hacia afuera. De esta forma, se crea un flujo circular de energía entre el caballo y nosotros, haciendo que los movimientos sean más fáciles, espontáneos y naturales.
Una forma de darnos cuenta que realmente estamos conectados con nuestro caballo, es que sus pasos ni se sienten en el suelo, mientras que si ésta conexión no se da, los pasos se escuchan y se sienten como si fueran a romper el suelo con cada paso que dan.
Adicionalmente, Sally comenta acerca de un concepto utilizado por los japoneses, llamado ki;
Es una energía extra procedente de la conciencia que nos permite hacer más de lo que los músculos por si mismos pueden hacer. Realizando este ejercicio, podemos obtener con un mínimo esfuerzo un paso ligero, cómodo y agradable para ambos.
Por tanto, nosotros debemos fortalecer nuestra consciencia que implica un conocimiento interno de nuestro cuerpo y el del caballo; logrando desarrollar el uso de la energía y el flujo circular. Si tenemos tensiones en nuestro cuerpo o en la mente, bloqueará todo el flujo de dicha energía.
Ahora bien, en la práctica una vez estemos conscientes de la relación existente entre nuestro centro de energía y la del caballo, ya no seremos jinete y caballo sino caballo-persona, uno solo al andar. Es en este instante donde observaremos la fluidez circular en cada paso que damos con el caballo, lo estimulamos en el dorso y el tren posterior, haciendo que avance. A medida que la energía asciende hacia nosotros la soltamos a través de nuestros brazos y así el flujo se repite. Debemos mantenernos centrados, equilibrados y respirar correctamente para que lo anteriormente planteado sea un éxito.
Finalmente, Sally nos dice que debemos tener una conversación: “pedir, recibir, dar. Pedir,recibir, dar.” Hay que pedir con nuestro cuerpo y piernas, se recibe a través del cuerpo y manos; y se da primordialmente con las manos, aunque también con el cuerpo y piernas. Y se repite la secuencia. Si nosotros no damos, al pedir será con mayor dureza y la secuencia se volverá ruda, y esto no es lo que queremos.
Recuerda dar es nuestra forma de agradecerle al caballo.
Escrito por Katherine Acosta
Fuente
Swift, S. (1997). Equitación Centrada. Editorial Hispano Europea. Barcelona, España. P. 153-162.